martes, 7 de julio de 2009

SIN JUSTICIA NO HAY FÚTBOL



CONSUMADO EL DESPOJO,

LA A.F.A.

HACE LA DE "PONCIO

PILATOS"

(Por Roberto C. Neira). Huracán no jugó bien. Ni siquiera pudo demostrar el domingo último que era mejor que Vélez, a pesar de ese fútbol vistoso, de gran vuelo, que desarrolló en varios partidos del Clausura. Pero no fue derrotado en una cancha de fútbol, como debió haber sido, sino en los escritorios de A.F.A. por "el dedo mayor" que decidió, por lógica empresaria, que entre Vélez y Huracán, había que inclinarse por el que menos problemas económicos tiene y por el que cuenta, además, con un par de jugadores seleccionados y un plantel muy joven que a corto plazo pueden rendir una millonaria tajada por su venta al extranjero.

¿Alguien puede explicar con qué metodología que no sea la de un dedo humano, se puede armar un fixture que incluyó en las tres últimas fechas a tres equipos en condiciones de campeonar y que en la 18a. fecha (anteúltima) se diera la posibilidad de que dos de ellos jugaran entre sí (Lanús vs Vélez), quedando eliminado de la competencia Lanús y de ese modo se llega a la última fecha del campeonato con el partido definitorio entre Vélez y Huracán?; una final impensada si tenemos en cuenta que ninguno de los cinco grandes del fútbol argentino asomó su camiseta ni siquiera cerca.

Si le diéramos a la A.F.A. el ordenador más grande del mundo, el Blue Gene de I.B.M., con la información de la historia de cada uno de los veinte equipos que iniciaron este torneo, junto a todas las estadísticas de partidos, jugadores y técnicos desde que comenzó el profesionalismo, la última tecnología informática jamás hubiera podido establecer semejante coincidencia, que la definición del campeonato se diera en la última fecha, entre dos equipos que no eran en la previa candidatos a nada.

No es extraño entonces que en esta primer década del tercer milenio, el fútbol como deporte haya sido enterrado no una sino cientos de veces. Decenas de partidos con dudosos arbitrajes y otros que mostraron una clara parcialidad de los árbitros al momento de sancionar faltas según sea la camiseta del bando infractor; espectáculos de violencia en todas las divisiones y en todos los estadios; jugadores que ganan dinero a raudales intentando ganarse un puesto como actores de un espectáculo deportivo y que en realidad terminan siendo nada más que payasos de un circo montado por las empresas que acumulan millonarias ganancias para satisfacción de "la gilada" que sólo entiende de resultados y que por supuesto están alejados de cualquier crítica sobre el mundo del fútbol, donde sólo unos pocos periodistas valientes y honestos, se atreven a decir las cosas por su nombre y encima, la mayoría de las veces, terminan siendo repudiados y calificados de "amargos".

Un error de la justicia es por sí mismo un motivo de calamidad; pero que este error una vez conocido no sea reparado por una indemnización proporcionada al daño inferido, es un escándalo.

La aparición de Brazenas en todos los medios aceptando algunos "errores" en el partido Vélez-Huracán, no fue con el ánimo de pedir disculpas a los perjudicados sino para deslindar su responsabilidad resaltando jugadas que no hubieran tenido trascendencia en la definición del juego.

Aceptó que no vio el foul que Larrivey le hizo al arquerito de Huracán y que definió el partido. Pero atenuó esa culpa aceptando que no cobró un penal a favor de Vélez en la jugada que Arano barre con todo a Cubero. Con esas dos instancias, una a favor y una en contra, pensó que puede compensar el resultado a favor de los de Liniers.

Sin embargo, la verdad sea dicha: las únicas jugadas que cambiaron el resultado del partido fueron las dos en contra de Huracán, un gol de Nieto, perfectamente habilitado (30 cm.) y la de Larrivey con ese foul descalificador a Monzón. Las otras si las hubiera cobrado o no era una cuestión hipotética porque no incidían en el resultado final. El penal no es gol hasta que la pelota traspone la línea, de modo que hay que patearlo y Vélez ya había errado uno.

Brazenas dijo también que no puede competir contra la tecnología del replay porque él debe decidir las jugadas en cuestión de segundos, mientras que sus críticos tienen todo el tiempo del mundo para apreciar desde todos los ángulos como se equivocó. Un concepto errado, pues el público que asistió al estadio y los periodistas que transmitían el partido, ubicados en lugares mucho más distantes que el árbitro, en muchos casos no se equivocaron y vieron lo que Brazenas y su ayudante no vieron o no quisieron ver.

Brazenas es un árbitro que nos tiene acostumbrados a estos errores y agacha la cabeza y se sonroja como un niño al que lo descubren con la mano en la lata de dulce y cuando se equivoca no tiene empacho en aceptarlo. Pero es inimputable, no como consecuencia de una incapacidad cerebral para tomar las decisiones justas en un partido, es inimputable porque es uno de los mecanismos que suelen utilizar "los dueños del fútbol argentino" para definir torneos, partidos, ascensos y descensos; esta quimera que es el fútbol argentino actual se parece muchísimo al juego de poker con cartas marcadas.

Y Brazenas, seguirá estando allí, tendrá una semana de desvelos y seguramente recibirá una fuerte reprimenda de sus patrones, pero el despojo está consumado. ¡A cantarle a Gardel!

Cuando San Lorenzo lideraba el campeonato Apertura 2008, jugando aceptablemente y habiendo sido considerado como el mejor plantel del fútbol argentino, llevaba una ventaja apreciable sobre sus seguidores y una racha de nueve partidos invictos bajo la dirección de Miguel Ángel Russo. Hacia la mitad del campeonato, nombran a Brazenas para dirigir a los de Boedo frente a Racing en Avellaneda. Cuando el partido estaba 1-0 a favor de los locales, inventó un penal a Moralez que el mismo jugador, más tarde, reconoció que no fue y permitió con sus fallos que el Ciclón, perdiera 1-2, lo que significó un golpe anímico que se potenció con una increíble racha negativa que le costó la eliminación de la Sudamericana y de la Libertadores y la pérdida del campeonato al que llegó arañando la primera posición junto con Boca y Tigre.

Cómo la reacción de los jugadores del Ciclón después de la racha adversa fue positiva y con mucho esfuerzo llegaron a participar de una final entre tres, en el primer partido definitorio, frente a Tigre, el juez Laverni no cobró tres penales a favor del Ciclón, convirtiendo a ese partido con los de Victoria en un escaso 2-1 cuando pudo haber concluído en una goleada. San Lorenzo termina perdiendo el campeonato por un gol de diferencia.

En la semana previa al partido con Boca Juniors, la A.F.A. "a dedo" y sin la presencia de periodistas, decidió dónde se jugaba la otra final, quién era local y quién visitante. Partido que como todos recordarán, controló Baldassi y que terminó perdiendo San Lorenzo 1-3, con un final escandaloso y un par de expulsiones.

Nuestro país sufre problemas con la justicia en todos los órdenes, pero hay mecanismos que los ciudadanos tienen para defenderse: juzgados, secretarías, Cámara de Apelaciones, Corte Suprema de Justicia, etc. Si se diera la posibilidad de un error judicial por la cual una persona paga con la cárcel un delito que no cometió, la justicia no sólo puede revisar la sentencia y dejarlo libre, sino que esa persona puede demandar al estado y obtener un resarcimiento económico por el error cometido.

La justicia del fútbol es otra justicia totalmente diferente. El árbitro de fútbol determina que con su castigo se beneficie o se castigue al infractor, pero sus fallos son inobjetables, salvo en un aspecto moral que no le interesa a nadie. Se trata de una justicia manejada por una élite que representa a distintos grupos de intereses económicos que resuelven sus negocios y sus conveniencias manejando los hilos del Colegio de Arbitros y la designación de los jueces. Si a ello le sumamos que los árbitros tienen dos sindicatos que también son parte del negocio, está todo dicho.

No creo recordar conflictos salariales ni de ningún otro tipo que haya habido entre A.F.A. y los sindicatos que agrupan al arbitraje de todas las divisiones del fútbol argentino, con que hagan buena letra y respeten los "códigos" de trabajo es suficiente.

Si el fútbol fuera en realidad un deporte alejado de las presiones económicas y de los contubernios entre directivos, grupos empresarios y jugadores, el partido Vélez-Huracán debió haberse jugado de nuevo.

Si esto no fuera posible por razones extradeportivas, mínimamente, Huracán, debe obtener un resarcimiento económico por el mal desempeño del árbitro y el perjuicio ocasionado a la institución.

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