domingo, 9 de agosto de 2009

CRÓNICAS DESDE EL CIELO


Una charla con Dante Panzeri

treinta y un años después

y sin cambiar una coma


RCN: Panzeri, cree usted que la decadencia del fútbol no es de ahora cuando hay más dinero en juego sino que viene de tiempos inmemoriales?

DP: Usted lo debe recordar a aquel personaje de la víbora. Fue el padre de aquel otro que dijo:- "Entre bomberos no nos vamos a pisar la manguera". Es una ley que una vez dictó Al Capone (el padre del hampa de Chicago): "protegernos es no tocarnos entre nosotros". Aquella anciana ley de la antiley resultó también tatarabuela de otra que postularon los propios jugadores cuando protagonizaron el episodio del "mal negocio" de jugar bien al fútbol, sosteniendo que es mejor negocio "jugar para el resultado aunque a la gente (que paga para ver lo que le gusta, el juego) no le guste".


RCN: Entonces esta situación no tiene retorno y se agrava cada día que pasa.

DP: Nacionalizada esa tendencia por masiva pérdida de su decoro, el fútbol argentino se multiplica a diario de vándalos en las tribunas; en el campo de juego; de sobornadores, de intermediarios; y es asombroso como a todos ellos la conducción responsable del deporte los va apañando de tal manera que a ninguno de tales protagonistas de aquel estilo de vida le puede ser "cortada su carrera". Todo un enorme aparato de amparo de lo deshonesto se ha montado para que lo deshonesto sea en el fútbol argentino un estilo rutinario de vida. "Cosas del fútbol", es el aval.

RCN: Veo que sus palabras están absolutamente ligadas a aspectos sociales, políticos y económicos de nuestro país. ¿La política marcha por carriles separados o paralelos al fútbol?

DP: Paralelos, a esta Argentina libertina, licenciosa, y promiscua que se nos quiere dar. Jamás a la Argentina que queremos y que alguna vez soñamos tener... y no nos dejaron. La del orden. La que competía con los EE.UU. como monitor de América. Hoy competimos con todo el subdesarrollo americano como cola de América. Integramos el "tercer mundo" porque nos fuímos al descenso en el campeonato del "primer mundo".


RCN: Sin embargo, la naturaleza del argentino acompañando a la divisa nacional sobre todo cuando se dirimen competencias entre países es de un amor poco común.

DP: Todas estas inflamadas protestas de amor a la patria encubren en realidad agresiones nacidas de la inseguridad y del temor, y tienen mucho de afines con el silbido nervioso del noctámbulo solitario. Son una forma de negación de los vicios, debilidades e injusticias del propio país, y de histérica repulsa conformista de todo lo que signifique autocrítica, protesta o aspiración de cambio: "Al que no le gusten las villas miseria, la diarrea estival, los secuestros, la censura, la deuda externa, los baches y la carestía, que se vaya, no queremos verlo ni en figurita".

RCN: Es que los argentinos, por razones que todos conocemos, hace sesenta años (o más) vivimos sobresaltados por los golpes de estado, por la inflación, por la inseguridad, por el temor a perder lo que uno ha ganado con el sudor de su frente y la pasión por el fútbol parece ser la descarga a tierra.

DP: La teoría de que el espectáculo deportivo debe servir al hombre para que éste "descargue sus tensiones", es una vulgar paparruchada de sofisticados "evolucionados" que suponen que hablando de un modo que haga dificultoso el entendimiento masivo de sus palabras, podrán ser depositarios de una verdad nueva por desacostumbramiento general a las relativas verdades eternas de la vida. Una de esas relativas verdades eternas es que el deporte debe seguir siendo deporte y sus conductores lo deben tratar como tal y nada más... aunque "las tensiones sociales" graviten en contrario; aunque las multitudes quieran usarlo para "descargar sus tensiones""; y aunque el deporte esté yacente entre las costumbres perimidas para cederle su lugar al negocio. Puesto que el negocio del "deportenegocio" sigue siendo, siempre, que se llenen los ojos precisamente con deporte.

RCN: Pero el hincha de fútbol no piensa en las cuestiones que rodean al fútbol y que solo son para entendidos. Lo único que pretende es ganar cueste lo que cueste y perder es una gran decepción. Esa presión que soportan los jugadores para lograr el triunfo puede hacer eclosión con actitudes extradeportivas censurables?

DP: Seguro. ¿No hemos visto ya que en octavas divisiones (15 años) hay quienes juegan con alfileres para clavar en adversarias nalgas? ¿No hemos visto a River contratar siete pibes correntinos ganadores de un campeonato nacional infantil "de preparación para 1978" y encontrarse con que todos tenían sus documentos falsificados y eran en realidad adultos que habían trampeado entre chicos? ¿De esto también tiene la culpa las "tensiones sociales" que ofrecen curar los psicólogos que a su vez no tienen entereza moral para substraerse de esas mismas tensiones como psicólogos que no son y a pesar de una vasta experiencia como políticos, como dirigentes, como gremialistas, como interventores, como sociólogos (?) que dicen también ser?...

RCN: Recuerdo que también -se decía- los alfileres era una de las artimañas preferidas de Bilardo durante su paso como jugador en el Estudiantes de Zubeldía. Y también Juan Carlos Lorenzo, cuando dirigió al San Lorenzo bi-campeón 1972 se manejaba con actitudes poco honestas para "ablandar" a los rivales. Por la Copa Libertadores en un partido nocturno con un equipo venezolano, "Milanesa" que era el capo de la hinchada azulgrana y a la vez ayudante servicial de Lorenzo para impedir la entrada de los periodistas a los vestuarios, ordenó minutos antes del partido a un grupo de hinchas, echar varias pastillas de "gamexane" por los ventanucos del vestuario visitante de donde tuvieron que escapar los jugadores al campo de juego abandonando la charla previa, los masajes y demás preparativos. San Lorenzo ganó 5-1 y no creo que necesitara de semejante "manito".

DP: A todo esto suelen llamarlo "proceso de cambios". Yo creo que eso es proceso hacia la delincuencia legal. Y si eso parece demasiado fuerte, puedo ser más benévolo: hacia la demencia "con roles" y "sin stress"... La historia del fútbol argentino está superpoblada de episodios demostrativos de su enorme descalabro ético, moral, administrativo y disciplinario. Pensemos que el mismísimo presidente de la Nación, fue el instigador del primer acto oficialmente conocido en materia de falsificación de resultados, hoy llamado soborno, cuando en Río de Janeiro el general Roca le pide a Jorge Brown que mande a su equipo argentino "para atrás" en un match con los brasileños, que termina en un empate de 3-3 luego de una ventaja argentina de 3-0. Las motivaciones de aquella falsificación fueron patrióticas. Pero no pierden validez como punto de partida de una progresiva defunción de la ética en el entonces pequeño mundo del fútbol.

RCN: Si recurrimos a la presencia hoy de la televisión como medio de difusión de las actividades deportivas (ESPN, TyC, Fox Sport y las secciones especiales sobre deportes de todos los canales), es imposible ignorar que en nuestro caso el fútbol haya llegado a los lugares más recónditos del mundo y ese es un modo de hacernos conocer también más allá de nuestras fronteras.

DP: "El entusiasmo deportivo terminó por inundar de infantilismo la vida continental", decía Ortega y Gasset, en una suerte de asociación de extremos igualmente representativos de una degeneración humana en el deporte, como pueden serlo, con la misma gravedad, la detención del desarrollo de los individuos por insuficiencia glandular, o el desarrollo anormal del volumen de sus órganos por desproporcionada actividad. Atrofia e hipertrofia deportivas. El deporte desnaturalizado como juego o como negocio del juego, está en esos extremos, que por cierto sobrepasan lo que imaginó y condenó Ortega y, como él, muchos sociólogos del hecho deportivo. Pero con todo la vigencia de sus anatemas sigue siendo fresca.

"La exageración de los deportes (...) es uno de los vicios, de las enormidades, contra la norma de nuestro tiempo, constituye una de sus falsificaciones. Está bien alguna dosis de fútbol. Pero ya tanto es intolerable." (Y en la época que Ortega decía esto no había aún copas de campeones, recopas, supercopas. Copas de ganadores de copas, campeonatos metropolitano y nacional, y todo este fútbol convertido en bazar que puede determinar, que River y Boca jueguen 9 veces en el año y esos nueve partidos se multipliquen en 18 exhibiciones por televisión...)

NOTA DEL EDITOR: La sección "Crónicas desde el cielo"© (Copyright 2009) incluye reflexiones originales de Dante Panzeri, periodista deportivo y agudísimo observador del fenómeno deportivo llamado fútbol, que pertenecen al libro "Burguesía y gangsterismo en el deporte" editado en 1974, hace 35 años. El autor de la nota (RCN) enmarcó cada uno de los dichos de Panzeri con preguntas sobre la actualidad de nuestro deporte más popular. Panzeri falleció el 14 de abril de 1978 y por tanto no llegó a ver el campeonato mundial jugado en Argentina, al que se oponía rotundamente. Afirmaba, no sin razón, que sería utilizado políticamente por el Proceso de Reorganización Nacional, en el cenit de su escalada de horror por ese entonces.

OPINAN LOS LECTORES

Sin solución. Que los dirigentes del fútbol argentino, o mejor dicho Grondona, apelen a la timba para salvar las economías de los clubes es una muestra visible de la esquizofrenia que se mueve alrededor de la pasión más popular de estas tierras. Es una nueva pauta de cómo la pirámide se sigue armando al revés.

Lo primero que deberían hacer los clubes, a través de los dirigentes, es sanear el fútbol, y eso no se logra con ayudas extras. Ni de la tele, ni de la timba, ni del Estado. Si se revisa lo actuado en las últimas dos décadas no hay que ser muy lúcido para afirmar que lo que pasó en los clubes es que los han desfalcado con administraciones en la mayoría de los casos escandalosas.

Basta con revisar a buena parte de los equipos de Primera en los últimos campeonatos: ventas multimillonarias, compras estrafalarias, danza incontenible de técnicos con sus respectivas indemnizaciones, promesas incumplidas, denuncias de estafas, vaciamiento en algunos casos.

Marcelo Glitman (Capital Federal)

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