El fútbol es puro negocio
(Por Roberto C. Neira). Cuando me enteré que el Grupo Clarín, a través del diario deportivo Olé, había lanzado una publicación quincenal para los chicos titulada "Tiki Tiki" confieso que un sudor frío recorrió mi espalda.
Pero antes que cualquier otra cosa, por si las moscas, quiero declarar solemnemente que este comentario no tiene nada que ver con campañas contra la libertad de prensa, ni con ninguna posición política tendiente a encasillarme con el discurso oficial contra los medios de comunicación. Cualquiera que lea mis blogs va a encontrar duras críticas contra este gobierno y sus funcionarios, de manera que este comentario no implica de mi parte interés económico, ideológico o personal, sino un modo ver la realidad y sobre todo de continuar buceando y descubriendo la intimidad de nuestro deporte nacional, el fútbol, y de los que viven a costa de él.
Una de las formas de llevar a cabo esta tarea es analizar rigurosamente los pasos que sigue el periodismo especializado, donde cronistas, redactores, jefes, editores y directores, muy pocas veces están dispuestos a quitarse su camiseta predilecta y menos, por lógica, aquella de la empresa para la cual trabajan, escudándose groseramente bajo el rótulo de "periodismo independiente" algo que resulta una farsa tan grande como la del fútbol espectáculo y circense que vemos a diario.
Y de cómo un negocio que, por supuesto, una empresa periodística está en todo su derecho de idearlo, crearlo y producirlo, se puede transformar en un "lavado de cerebro" para toda una generación de argentinos que hoy son pibes pero mañana se convertirán en hombres y mujeres.
Todos nosotros llevamos el recuerdo de la carga emotiva y sentimental de nuestra niñez y adolescencia, algo que evidentemente transmitimos tarde o temprano a nuestros hijos como herencia de aquellos seguramente alegres, nostálgicos y envidiados años de juventud. Durante mi niñez, se aprendía fútbol por medio de figuritas que se coleccionaban en un álbum, el que una vez completado nos daba la oportunidad de participar en sorteos de bicicletas y pelotas número cinco en épocas que todavía se utilizaba la pelota con tiento. Recuerdo que la fábrica "Sportlandia" (redonditas como bolitas era su eslogan) había lanzado las nuevas pelotas con un pequeño agujerito por donde se introducía el pico del inflador. Esas figuritas de cartón, redonditas e impresas a color, servían para nuestros juegos en las veredas del barrio, sobre todo la "arrimadita", que consistía en colocarlas entre el pulgar y el índice y darle un papirotazo para que vuelen y queden lo más cerca posible de la pared. El que se acercaba más ganaba pero cuando había dudas había que "medirlas" con los dedos de las manos, única vara legal y autorizada, poco menos que una ceremonia practicada por expertos, y ni qué decir de aquel que por pura casualidad la dejaba "espejito", es decir, parada contra la pared y se llevaba todo el montón.
Pero la costumbre permitía que cada chico memorizara la formación de los equipos de la primera división y de tanto ver aquellas caras reflejadas en los cartoncitos redondos, terminaban siendo figuras tan familiares como las fotos sepias y blanco y negro que abundaban en las cajas de zapatos que nuestros padres guardaban y ofrecían a las visitas que llegaban a nuestro hogar.
En cambio, qué podría pasar hoy cuando una publicación sobre fútbol como "Tiki Tiki" va a parar a manos de los chicos a través de una gran difusión, producto de que la empresa editora es parte de un grupo empresario que posee sus propios medios escritos, radio y televisión, al precio de $ 9,90 que por supuesto no está al alcance de cualquiera. ¿Quiénes la compran? ¿Los chicos? No, los que la compran son los padres, en muchos casos a pedido de los pibes y en otros por su propia voluntad, porque seguramente piensan que si en su adolescencia fueron proclives a leer Billiken y Anteojito, publicaciones que didácticamente sirvieron y sirven para aumentar el interés en el estudio además de facilitar conocimientos a los chicos, la idea de transmitirle lo mismo con el fútbol viene bien para desarrollarles la costumbre de leer y sustraerlos por un rato de las computadoras y de los juegos informáticos que son el atractivo fundamental de los tiempos que corren.
¿Cuál debiera ser entonces el contenido para que una inversión de veinte pesos mensuales en "Tiki Tiki" valiese realmente la pena? Veamos. Olé anunció el producto como una revista a medida de los chicos con regalos y sorpresas.
En la primera edición, recientemente aparecida, se destacan las últimas novedades de los juegos de consolas ("me cache en dié"... siguen con los juegos); hay secciones dinámicas e ingeniosas como la que plantea en la tapa la búsqueda del jugador perfecto: el pelo de Palermo o Beckham, el cerebro de Riquelme o Totti, el pie izquierdo de Messi o Di María... (con el pelo de Palermo, el cerebro de Riquelme y el pie izquierdo de Messi, lo más seguro es que salga un Frankestein).
Aseguran que también los chicos se van a sorprender cuando vean la sección del coach (técnico) que en esta oportunidad va a enseñar el cabezazo (¡Bien...! algo realmente inédito); hay una entrevista a Fabbiani (un modelo para jóvenes digno de copiar), los autos en que andan los jugadores (apología de la ostentación) y la diversión de ver a Buonanotte en la NBA, ¡ja! el viejo truco de poner a un jovencito de 1,60 al lado de un gigante de 2,10. Evidentemente, "Tiki Tiki" da para todo.
En definitiva, lo que realmente me preocupa, porque como todo negocio que emprende el Grupo Clarín piensan mucho en facturar y muy poco en vender un buen producto, es que a través de esta publicación los chicos crean que el fútbol empezó el día que ellos nacieron. Que no existió el amateurismo. Que los equipos llamados chicos nunca tuvieron grandes cracks. Que sólo existen Boca y River. Que Palermo esté considerado, gracias a la manija que le da Olé, como el goleador de todas las épocas del fútbol argentino, cuando es un mediocre jugador que como mucho quizás pueda superar un récord en su propio club. Que los jugadores argentinos son los mejores del mundo y que Maradona es Dios (para los que creen que Dios existe).
Si esta es la única alternativa que tenemos para mostrarle a nuestros hijos el fútbol, nos vamos a encontrar dentro de unos años con una generación formada por el "Tiki Tiki" que sólo pensarán en Boca, River y la Selección. Porque, ¿quién puede dudar?, que el negocio está precisamente en "formar adecuadamente" a los hinchas de las mayorías para seguir consumiendo productos del Grupo Clarín...?
Ojalá me equivoque.
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