Desde la lógica de lo impensado nada podía hacer suponer que el gobierno nacional en su batalla personal contra el Grupo Clarín y sus adláteres quisiera pasar desapercibido y conformarse solamente con ganar la pulseada del fútbol sin hacer algo de ruido para demostrar a los grupos económicos quién tiene la manija en la Argentina. El gobierno actuó, en este caso, como actúa siempre, impulsado por ese estilo "K" cuyo "modus operandi" es la confrontación y la provocación, una manera de hacer política visiblemente emparentada con los gobiernos autoritarios.
Le dio también una manito de bleque a su nuevo socio (Grondona/AFA) haciendo realidad la frase aquella de "qué le hace una mancha más al tigre" y anunció su participación en la sociedad por cadena oficial con bombos y platillos en un acuerdo refrendado esta tarde en el predio que tiene la AFA en Ezeiza convocando a todos los funcionarios de gobierno, presidentes de clubes y a la acostumbrada claque que acompaña a todos lados a la presidenta, seguramente, por temor a que no se sienta sola.
De esta manera se confirma que la AFA ha violado el Código de Ética de la FIFA, art. 5, que habla sobre "Conducta frente a organizaciones públicas o privadas", y en donde se señala que "En sus relaciones con instituciones gubernamentales, organizaciones nacionales e internacionales, asociaciones y agrupaciones, los oficiales (titulares de las asociaciones), además de observar las reglas fundamentales del artículo 3 del Estatuto, se comportarán de forma apolítica y conforme a los principios y los objetivos de la FIFA, las confederaciones, las asociaciones, las ligas y los clubes, así como de una manera que sea compatible con su función e integridad".
El himno nacional, utilizado (una vez más) para hacer política partidaria, no podía estar ausente de la fiesta. Es que nunca se logró reunir a tanta gente importante para lanzar un proyecto o un acuerdo nacional. Y difícilmente se hubiera podido lograr si la intención hubiera sido terminar con la pobreza y la inseguridad, dos de los temas que no tienen demasiada importancia a la hora de las decisiones presidenciales. ¿Será porque ni la presidenta ni el ex presidente pasan penurias económicas? Este último es propietario de una considerable fortuna en continuo crecimiento y está cobrando una jubilación de $24.762,17. Ambos, muy lejos, por supuesto, de los cuatro millones de jubilados que cobran $ 780 y de la inseguridad que padecen la mayoría de los argentinos.
Diego Maradona, aquel símbolo inimitable del deporte argentino nombrado por Carlos Menem como embajador deportivo con pasaporte diplomático, el mismo que lideró la Asociación Internacional de Futbolistas Profesionales (AIFP), que se enfrentaba contra las autoridades de la FIFA, lanzando venenosos dardos dialécticos contra el presidente brasileño Joao Havelange y el secretario general suizo (hoy totular) Joseph Blatter; el popular "Pelusa" que hace apenas tres años en diálogo con un canal deportivo, dijo que "Grondona es demasiado mafioso como para sacarlo de la AFA". Ese mismo Maradona, con algunos años más encima y unos kilos de más, se presentó vestido con ropa deportiva (¿si hubiera estado durmiendo iba en pijama?) y se ubicó a la izquierda de la presidenta de los argentinos. Lo notable es que fue reverenciado por ella misma cuando inició su acostumbrado discurso, endilgándole un zalamero: "Nuestro querido Diego".
Maradona quería ser técnico de la selección y lo logró bajo la presidencia de Grondona y ya no le importa nada. Ahora es parte del "show business" y a él se debe. Lecciones que da la vida, algunos aprenden y otros no.
Mientras todo esto sucedía en Ezeiza, en la Villa 31 (Retiro), durante cinco horas, un grupo de jóvenes y adolescentes enfrentaba a los miembros de Prefectura y la Policía Federal a pedrada limpia movilizados por la muerte de una joven de 17 años que falleció como consecuencia de los disparos de un prefecto que alegó que quiso asaltarlo.
Al mismo tiempo, el reclamo de ruralistas frente al Congreso incluyó escenas de extrema tensión: lograron derribar las vallas y quedaron cara a cara con la Guardia de Infantería. El avance dejó como saldo varios manifestantes con fuertes golpes y una nueva andanada de insultos contra el oficialismo.
Mientras tanto, la ciudad, era un verdadero caos.
La presidenta tuvo también su instante de dicha como "hincha" y recibió el emblema de la AFA enmarcado, como si fuera una verdadera obra de arte, una medalla recordatoria y la camiseta de la selección nacional.
Imperdible el rostro de Julio Grondona tomado por las cámaras de TV en momentos en que la presidenta efectuaba su discurso, parecía extraído de una escena de la película "El Padrino".
Cristina Fernández, con su acostumbrada verborragia, no se privó de explicar a todos los presentes y sobre todo a los presidentes de los clubes, qué es el fútbol, qué significa y qué representa para los argentinos, cerrando con un melodramático y patético párrafo en donde comparó a "Domingol" con los 30.000 desaparecidos (?).
Discepolín fue un adelantado para su época, pero el tango "Cambalache" comparándolo con nuestra triste actualidad, se quedó en el ´45.
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