LA CORRUPCIÓN EN AFA
SE EXTIENDE A TODOS
LOS CLUBES
Algunas pocas instituciones de las denominadas chicas tienen saneada su economía a través de un control minucioso de sus finanzas; compran lo mínimo indispensable, mantienen el mismo plantel por dos o tres temporadas y catapultan jugadores de las divisiones inferiores a la primera división, los que una vez puestos en la vidriera se cotizan lo suficiente como para proseguir su carrera en un club grande o en el exterior. Sin embargo, pese a la transparencia de las gestiones no pueden desembarazarse de su responsabilidad a la hora de avalar el continuismo de Grondona en la AFA y hacen causa común con el resto en las decisiones fundamentales.
El diario La Razón del 24/6/1971 titulaba una de sus páginas deportivas con un alborozado anuncio que decía: "La AFA con ritmo de dirigentes". Enseguida aclaraba que "Los dirigentes salieron realmente encantados y muy esperanzados" (habían mantenido una reunión con el nuevo interventor estatal en la AFA". Lo inmediato explicaba todo: Raúl D´Onofrio les había hecho una especie de anuncio de solidaridad no pagadora de impuestos, deudas, aportes previsionales, etcétera. Les había dicho, entre otras cosas, que cada club debía traerle una carpeta con "argumentos de peso para intentar interceder en caso de que sean reclamadas cifras impagas en concepto de jubilaciones, atrasos..."
Como según constancia de las intervenciones de AFA entre 1966 y 1970 la deuda del fútbol con el Estado (en todo concepto) oscilaba en alrededor de 2.000 millones de pesos, se justificaba que los dirigentes salieran "encantados". realmente aquellas palabras ponían a la AFA "con ritmo de dirigentes". Con ritmo de inmoralidad institucionalizada en el fútbol. Aquella deuda llegaba, a fines de 1973, a 2.500 millones de pesos nacionales, y desde luego no incluía las muchísimas condonaciones de impuestos y regalías de todo calibre recibidas por el fútbol en diferentes épocas. Comprendía solamente lo "no perdonado"... que en razón de aquellos antecedentes también esperaba perdón para renovar el derecho del fútbol a una nueva morosidad legalizada por las costumbres y las leyes argentinas, casi siempre invocando "la función que cumple el fútbol..."
La invitación del señor D´Onofrio produjo en algunos argentinos que no han perdido la mala costumbre de analizar, una especie de descubrimiento: en la AFA, el general Lanusse había sentado a un enemigo del general Lanusse.
La ecuación era simple: el mismo D´Onofrio que pedía elementos para eludir obligaciones impositivas del fútbol ("a los clubes del fútbol no se los debe tratar con la rigidez de las empresas comerciales por la función social que cumplen") era al mismo tiempo Director de la Caja Nacional de Jubilados para la Industria y el Comercio, organismo desde el cual, se supone, actuaba como fiscal de evasiones al Fisco.
Los diarios del 29 de junio (cinco días después), recogían algunas enérgicas reacciones del presidente Lanusse y del ministro Quilici (crematístico) respecto de la angustiosa situación económica del país, atribuida a la enorme evasión impositiva en la generalidad de las obligaciones comunes ante la Nación.
Parecían ellas connotantes con la insólita revelación de D´Onofrio en cuanto a que el fútbol trataría de "gambetear" también aquellas obligaciones, según él, en mayor escala que las empresas, "por la obra social que cumple el fútbol".
Pues he aquí que Lanusse pedia al ministro de Justicia una legislación para "sancionar con pensas de prisión no excarcelables bajo ningún concepto" a quienes no cumplan sus obligaciones impositivas.
Y de su parte, el ministro de Hacienda decía: "Todo el mundo tiene que colocarse en una sola línea. Aquí no valen influencias ni acercamientos. Aquí hay que cumplir la ley".
Para el ciudadano ansioso de interpretar la realidad del país, todo indicaba que el señor D´Onofrio debía ser, por lo menos, separado de su sillón futbolístico para ser mantenido en aquel otro desde el cual cumpliera los designios gubernamentales que a su vez eludía desde el futbolístico. O quizá, también, metido en prisión no excarcelable como lo deseaba el presidente Lanusse para quienes incurren en el delito (en este caso confesado) de eludir las obligaciones impositivas del Estado.
Pero había más: al mismo tiempo que en Tirio-Troyano-Tirio entre la AFA y la Caja de Jubilaciones, el señor D´Onofrio actuaba de exigente solicitante de 95 millones a la Nación... por deudas de televisión estatal al fútbol. Y lograba al parecer, cheques o pagarés por 20 millones.
Allí la situación volvía a ser confusa pensando qué tipo de prisión pediría Lanusse para el Estado que no cumple con sus obligaciones ante el acreedor que las cumple, aunque en este caso el acreedor es un deudor del orden de 2.000 millones... pero, como ya se ha dicho, eximido oficiosamente de cumplir la ley "por la obra social que cumple el fútbol".
Sin duda que "obra social" cumplen todos los habitantes de este país que viven dentro de la ley y, además, sostienen económicamente al Estado por diferentes conductos, algunos obligatorios, otros caritativos. Pero ninguno de esos contribuyentes ha logrado el milagroso privilegio de salvarse de una bandera de remate judicial colocada por el Estado acreedor, si osara no pagar 2.000 millones de pesos que adeuda en impuestos. El fútbol lo puede. Y en ese aspecto, quisiera que el episodio narrado del período presidencial de Lanusse no se ubique en el estrecho ciclo del mismo. Sino en una constante del estilo nacional de vida de los argentinos que están en el fútbol y los gobiernos que nos gobiernan a los argentinos. Quien ocupaba el mismo cargo de 1974 (Mitjans) perseveraba en gestionar ese perdón.
Ya una vez lo dijo sobradoramente Valentín Suárez siendo mandatario gubernamental de Onganía: "A mí no me vengan con la ley jugando de cuco: nunca ningún gobierno le bajará la cortina al fútbol...".
Y parece ser muy cierto. Hasta la eternidad de nuestra Argentina.
Para ello hay un método muy simple: impregnar de la filosofía socio-futbolera de Valentín Suárez al periodismo especializado en deportes que forma opinión política en Argentina; hacer que ese periodismo repita hasta el hartazgo el aforismo gangsteril de "la obra social que cumple el fútbol". Así estarán logrando los respaldos legislativos necesarios para que el fútbol siga estafando lícitamente a la sociedad en nombre de "la función social que cumple el fútbol". Único moroso impune ante el Estado. Razón por la que, con algún justificado derecho, el Estado puede frecuentemente valerse del fútbol como de un instrumento propio, y además incrementar, con esa utilización compensada, todo el deterioro moral y material de que el fútbol se ha munido por su propio esfuerzo.
En septiembre de 1973, ya como mandatario de la "Justicia Social" a la que decía representar, actuaba como interventor de AFA un personaje de procedencia no muy clara en el fútbol, Baldomero Gigán. Argentina iba a disputar con Paraguay y Bolivia su acceso al Campeonato Mundial de 1974. Y en esas circunstancias Baldomero Gigán firmaba, como representante de un gobierno de Reconstrucción y Liberación Nacional, o abanderado en el fútbol del principio constitucional de igualdad ante la ley de todos los habitantes del país, un convenio con los futbolistas argentinos para que éstos no pagaran réditos sobre los premios extras que se les reconocían por valor de 200 millones de pesos viejos por jugar cuatro partidos.
Al tiempo que se ponía en evidencia pública semejante documento de la inconsciencia y la desaprensión en la función de gobierno, el Ministerio de Economía de la Nación recordaba profusamente en diarios, revistas y otros medios de publicidad: "El sistema impositivo del Gobierno del Pueblo, esencialmente justo por emanar de la voluntad popular, convierte el delito de evasión (impositiva) en una gravísima falla contra la sociedad, que será dseveramente penada por la ley".
Va de suyo que la exención impositiva que el representante del gobierno de la Nación concediera a los futbolistas, era cubierta con dineros del empleador, pero como precisamente el empleador del caso era el Estado (propietario de hecho de AFA), quienes concretamente pagarían los réditos que los futbolistas eludían, no eran sino los demás tributarios sociales que no juegan al fútbol. En tanto, cuando ese volumen pasa por su corrección final, las cuantiosas deudas llamadas "del fútbol" con el Estado, han seguido creciendo. Se las estima en el orden de los tres mil millones de pesos nacionales.Y que su pago sigue aun distante no es lo más abominable del caso. Es que, además, el Campeonato Mundial de 1978 es, a partir de 1974, el nuevo pretexto abierto como derecho "del fútbol" a seguir saqueando las arcas públicas. En nombre de esa "prioridad nacional" (??) ahora es coaccionado el Estado a remodelar estadios por valores que en sus escalas más modestas superan los 5.000 millones de pesos viejos; o a cubrir pérdidas de campeonatos nacionales del orden de los 1.400 millones.
FUENTE: Dante Panzeri (Burguesía y Gangsterismo en el Deporte) - Edición de 1974. Panzeri falleció el 14 de abril de 1978.
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